La casa es el espacio de lo privado, el ámbito de la
intimidad, el sitio donde reposan los objetos personales dentro de aquella
atmósfera provista de olores, texturas, colores y luces que cada cual conoce
tan bien cuando está en lo suyo. Humberto Giannini sostienen que en el espacio
privado almacenamos nuestra identidad.
La andanza por el mundo nos fatiga no sólo por las
acciones o trabajos que nos toca hacer, sino sobre todo porque el continuo roce
con los demás, con lo exterior, contamina y finalmente debilita nuestro ser. La
forma infinitamente cambiante del entorno abierto termina por difuminar los
contornos de lo nuestro hasta que empezamos a no reconocernos a nosotros
mismos. Sólo al regresar a casa podemos recobrar la fuerza, recuperar el formato
de nuestra propia identidad, y esos lo hacemos en contacto con las cosas, al
observar de nuevo la puerta de entrada, la cortina en la ventana, la mesa con
el frutero, el refrigerador, los pequeños objetos, la quieta o movediza
contextura del hogar.
Christopher Alexander habla de pertenencia, ligando
ésta a la capacidad de cada lugar de permitirle a uno ser uno mismo. Hay
espacios hermosos, atractivos, incluso espectaculares, donde podemos realizar
con toda eficacia ciertas actividades, pero que pese a ello no nos permiten ser
como somos realmente:
Los lugares tienen la capacidad de permitirnos o
impedirnos ser nosotros mismos, incluso cuando se trata de un departamento o
una casa que hemos amoblado y donde hemos puesto a las cosas que nos
pertenecen. Llevar allí lo nuestro y arreglarlo un poco no significa que
vayamos a crear lo que se necesita para ser plenamente nosotros mismos. Es
preciso adaptar toda clase de sutiles detalles en el ambiente para dejar que
aparezca esa sensación. Son cosas pequeñas que tiene u enorme efecto. Me
refiero a este tipo de felicidad simple que ocurre por algo que en realidad no
sabemos bien en qué consiste.
Los ambientes y objetos de la casa, pues, no se
pueden improvisar por catálogo, sino que configuran una trama compleja, una
lenta superposición de pequeños sucesos o desplazamientos; las cosas necesitan cubrirse
de cierta pátina, gastarse un poco, incorporar alguna trizadura o rotura en su apariencia,
perder su olor a nuevo o su olor a cosa ajena, para irse así integrando
sutilmente, de a poco, en lo nuestro, en aquel ambiente que nos define y sujeta
a y cuyo estilo no puede ser ningún otro más que el que lleva nuestro nombre y
apellido. Los objetos rebosan o llegan por alguna razón a ser parte de la casa,
se les mueve una y otra vez, hasta que de pronto parecen encontrar u su sitio y
se quedan allí durante años, quizá para toda nuestra vida. Es, quizás, un
proceso de sedimentación lo que constituye a un hogar, aquello que genera su
microclima tibio o inconfundible, su sistema de olores y connotaciones
secretas. Según Jean Baudrillard, seres y objetos están ligados, y los objetos
cobran en esta complicidad una densidad, un valor afectivo que se ha convenido
en llamar “su presencia”. Lo que constituye la profundidad de las casas de la
infancia, la impresión que dejan en el recuerdo, es evidentemente esta
estructura compleja d interioridad, en la que los objetos pintan ante nuestros
ojos los límites de una configuración simbólica llamada morada.
Pero una casa es, además de un depósito de
identidad, un sistema funcional donde se articulan espacios, volúmenes,
objetos, personas y acciones. Leonardo Benevolo distingue en la habitación la
estructura arquitectónica, los objetos fijos y los objetos móviles.
Los espacios de una casa se han ido tipificando con
el tiempo, y ya casi no existen hogares con espacios perdidos, salas de guardar,
desvanes en que se almacenan los objetos en desuso. Con los cambios de las
costumbres cambian también los hogares. La casa ha dejado de ser un espacio
para la vida entera, y se parece más a una funda portátil de muebles y
utensilios, cuya vida útil se corresponde con la de una pareja o periodo de
soledad, es decir, unos cuantos años.
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2 comentarios:
Estos dias no te quedes en CASA, ha empezado el teatro de calle. Disfrutad familia.
¡Hola Fran!
Siento decirte que este año no he visto ni una sola actuación. No tenía fuerzas.
¿Viste algo interesante?
Un beso.
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