
Roberto, un alumno de 4º ESO en Iscar, me decía que el arte a veces es una tomadura de pelo porque una vez habían vaciado un museo y enseñaban sólo el espacio.
Yo le decía a él y a sus compañeros que antes de juzgar había que informarse.
Después les conté la obra de Santiago Sierra en la Bienal de Venecia, porque también expuso un espacio vacio.
A la entrada un muro y dos guardias de seguridad (la frontera) impedían la entrada al pabellón de España en la Bienal de Venecia, para acceder la interior había que ser español y presentar el DNI, pasaporte y otra identificación personal. La barrera resultaba infranqueable y la estupefacción por parte de los visitantes insuperable. Los admitidos, por españoles y documentados, entraban en un espacio vacío, desangelado en el que los restos del desmontaje de anteriores ediciones aparencen dispersos por el suelo.
No había más.
Sierra hace una simulitud entre su obra y lo que se encuentran tantos inmigrantes "sin papeles" que vienen a España.
Esta obra es una crítica a la política de inmigración del gobierno.
Hay que tener en cuenta que el pabellón español en la Bienal estaba patrocinado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y lo inaguraba el Secretario de Estado de Exteriores, Miguel Ángel Cortés. Pero a Santiago Sierra parecía no importarle.